La jornada electoral del domingo 26 de octubre de 2025 marcó un hito en la historia democrática argentina, no solo por la implementación por primera vez a nivel nacional de la Boleta Única Papel (BUP), sino también por registrar la participación electoral más baja desde el retorno de la democracia en 1983. Según datos oficiales preliminares del Ministerio del Interior, apenas el 66% del padrón nacional concurrió a votar, una caída significativa frente al 74,5% registrado en las legislativas de 2021. Este descenso genera preocupación entre analistas políticos y autoridades, quienes señalan que, pese a los avances en transparencia y modernización del sistema electoral, persisten desafíos profundos en materia de compromiso cívico y confianza en las instituciones.
La introducción de la Boleta Única Papel, impulsada por el gobierno nacional como una herramienta para reducir el fraude y agilizar el escrutinio, tuvo una recepción mixta entre los votantes. En Jujuy, donde el sistema se implementó en forma total, los comicios transcurrieron con normalidad en la mayoría de los establecimientos, aunque se registraron demoras en algunos centros educativos por la falta de familiarización con el nuevo formato. Autoridades locales destacaron que la BUP permitió un recuento más rápido y transparente, con menos impugnaciones en las mesas. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil y observadores independientes advirtieron sobre la necesidad de fortalecer la capacitación ciudadana para futuras elecciones.
A nivel nacional, los primeros cómputos proyectan una fragmentación del Congreso, con ninguna fuerza logrando una mayoría clara en la Cámara de Diputados. En este contexto, Jujuy podría jugar un rol clave en la conformación de nuevas alianzas legislativas. Mientras se aguardan los resultados oficiales, la jornada deja un doble legado: por un lado, un avance tecnológico e institucional con la BUP, y por otro, una profunda reflexión sobre el desencanto ciudadano. La tarea ahora no solo es consolidar las herramientas de transparencia, sino también reconstruir el vínculo entre la política y la gente.
