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Fuerte denuncia del Papa Francisco contra la eutanasia: “La muerte no es un derecho”

Mientras en Italia comienza hoy el debate sobre el suicidio asistido, el pontífice llamó a no confundir ese tipo de ayuda con los cuidados paliativos para afrontar la muerte de manera más humana; definió de “inmoral” el ensañamiento terapéutico.

“La muerte no es un derecho”, sentenció hoy el papa Francisco, que diferenció claramente el suicidio asistido, que condenó, con los cuidados paliativos para afrontar la muerte de manera más humana.

“Debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matar. Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. La vida es un derecho, no la muerte”, recordó, el mismo día que en Italia comenzará a debatir una ley sobre el “fin de la vida” sobre suicidio asistido y mientras se impulsa un referendo para aprobar la eutanasia.

Francisco habló así en la tradicional audiencia general de los miércoles, en una catequesis en la que reflexionó sobre la devoción del pueblo cristiano a san José como Patrono de la buena muerte, pensando en la presencia de Jesús y la Virgen cuando él murió en Nazaret.

“La cultura actual ha tratado de eliminar la realidad de la muerte del horizonte humano, o disimularla; sin embargo, la pandemia de coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia. La muerte forma, pues, parte de la vida de toda persona; y sólo la fe en la Resurrección de Cristo nos otorga la fuerza para afrontarla cristianamente, sin miedo, como un pasaje necesario para estar siempre con Él, dijo, en una audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano.

“La muerte, iluminada por el misterio del Señor Resucitado, nos ayuda a ver la vida con mirada nueva, como una ocasión que Dios nos da para amar a los demás y hacer el bien, quitando del corazón la ambición, el rencor y el resentimiento. El Evangelio nos recuerda, además, que la muerte llegará como un ladrón, cuando menos lo esperamos”, siguió, al leer al final, como siempre, un resumen de la catequesis para los fieles de lengua española.

“Esta realidad nos lleva a dos consideraciones que valen para todos, creyentes y no creyentes. La primera, es que la muerte no es un derecho, no podemos programarla, tampoco evitarla, por lo que el ensañamiento terapéutico, en vez de aliviarlo, es inmoral. La segunda, es que toda persona tiene derecho a la vida, a los cuidados médicos y a los cuidados paliativos, especialmente los ancianos, para afrontar la muerte de la manera más humana”.

El Papa explicó que, justamente como no podemos evitar la muerte, después de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, “resulta inmoral el encarnizamiento terapéutico”, como indica el Catecismo de la Iglesia Católica. Y destacó esa sabiduría popular por la cual es normal que la gente sencilla diga “déjalo morir en paz”, “ayúdalo a morir en paz”.

Subrayó, por otro lado, en cuanto a lo que tiene que ver con la calidad de la muerte misma, la calidad del dolor, del sufrimiento. “De hecho, debemos estar agradecidos por toda la ayuda que la medicina se está esforzando por dar, para que a través de los llamados ‘cuidados paliativos’, toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible”.

Acto seguido, denunció cualquier forma de suicidio asistido o eutanasia, al advertir que no debe confundirse esa ayuda “con derivas inaceptables que llevan a matar”. “Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio”, indicó, al recordar que “la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”. “Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes”, precisó.

Y fue más allá: “Yo quisiera subrayar aquí un problema social, pero real. Ese ‘planificar’ —no sé si es la palabra adecuada—, o acelerar la muerte de los ancianos. Muchas veces se ve en una cierta clase social que a los ancianos, porque no tienen medios, se les dan menos medicinas respecto a las que necesitarían, y esto es deshumano: esto no es ayudarles, esto es empujarles más rápido hacia la muerte”. “Y esto no es humano ni cristiano”, advirtió.

“Los ancianos deben ser cuidados como un tesoro de la humanidad: son nuestra sabiduría. Incluso si no hablan, y si están sin sentido, son el símbolo de la sabiduría humana. Son aquellos que han hecho el camino antes que nosotros y nos han dejado muchas cosas bonitas, muchos recuerdos, mucha sabiduría”, añadió. Y pidió: “Por favor, no aislar a los ancianos, no acelerar la muerte de los ancianos. Acariciar a un anciano tiene la misma esperanza que acariciar a un niño, porque el inicio de la vida y el final es un misterio siempre, un misterio que debe ser respetado, acompañado, cuidado, amado”.

 

Por Ucrania

Al final de la audiencia, el exarzobispo de Buenos Aires volvió a hacer un llamado por la paz en Ucrania. “Sigamos suplicando al Dios de la paz para que las tensiones y las amenazas de guerra se superen a través de un diálogo serio, y para que las conversaciones también puedan contribuir a este propósito. No nos olvidemos: ¡la guerra es una locura!”, dijo, al agradecer a todas las personas y las comunidades que el 26 de enero pasado se unieron en la oración por la paz por la exrepública soviética por él convocada.

Como siempre, al final se tomó tiempo para saludar a varios de los fieles de todo el mundo presentes, entre los cuales, la madre de Cristiano Ronaldo, Maria Dolores dos Santos Viveiros da Aveiro, que le regaló una camiseta del Manchester United de su hijo.

 

Fuente: lanacion.com.ar

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