El Gobierno se replantea su relación con la Corte Suprema de Justicia de cara a un recambio de autoridades en la presidencia del máximo tribunal, actualmente a cargo del juez Carlos Rosenkrantz, que llegó hasta ese cuerpo propuesto por Mauricio Macri.
En el Gobierno afirman que ven al juez Ricardo Lorenzetti como el candidato que puede “reordenar” la Justicia y su relación con la Casa Rosada, dijeron fuentes oficiales. Estas fuentes agregaron que con Rosenkrantz no tienen diálogo y, en cambio, creen que con Lorenzetti pueden recrear un vínculo entre las cabezas de ambos poderes del Estado.
La idea germina tanto en el sector del Frente de Todos más cercano a Cristina Kirchner, a pesar de los cruces virulentos que la vicepresidenta lanzó contra Lorenzetti, como entre quienes se identifican con Alberto Fernández.
Entre los jueces de la Corte que pueden aspirar a la presidencia, en el Gobierno ven a Horacio Rosatti con desconfianza. No olvidan que Rosatti, cuando fue ministro de Justicia de Néstor Kirchner, se fue dando el portazo porque no quiso firmar una licitación de unidades carcelarias. Dijo que no le “cerraban los precios”.
De todos modos, en la Casa Rosada advierten que este asunto no es una prioridad. “¿Lorenzetti? ¿Trae vacunas? Si no, ahora, no es un tema”, ironizó un funcionario del Gobierno. También reconoció que la reforma judicial quedará por ahora congelada y que lo mismo ocurre con el recambio del Procurador General de la Nación.
Para que eso ocurra es necesario que la Cámara de Diputados sancione la ley ya aprobada por el Senado, pero el Gobierno aún no tiene los votos necesarios para hacerlo. Será un tema que el Gobierno abordará luego de las elecciones y el recambio legislativo del 10 de diciembre, confiaron en la Casa de Gobierno.
A pesar de estas ideas que circulan por el Gobierno, en la Corte el tema de la sucesión de Rosenkrantz no está instalado ni se discute internamente. De hecho, Rosenkratz mantiene reserva sobre lo que piensa frente a esa elección y sobre sus próximos pasos. El juez sigue firme con su estilo, priorizando los aspectos jurisdiccionales, sin contactos con el Gobierno. Su prioridad es sacar la mayor cantidad de casos este año.
Todos esconden las cartas y orejean, nadie adelanta su jugada.
En el Palacio de Justicia se ríen con sorna de los comentarios que se escuchan en la Casa Rosada y piden que nadie se olvide que al presidente de la Corte lo eligen los jueces con sus cinco votos, no los funcionarios del Gobierno ni los dirigentes de la oposición, ni el círculo rojo, ni los empresarios.
Mientras tanto, Lorezentti habla con todos: con el albertismo, el kirchnerismo y el massismo, con los “halcones y palomas” de Pro, con sus socios en Juntos por Cambio y en Juntos, con empresarios y dirigentes sociales en general. Entiende que no se puede comandar uno de los poderes del Estado sin interactuar con la realidad de los actores políticos y sociales. Y el establishment le manifiesta esa preocupación.
Por estas horas, las prioridades en la Corte están puestas en otro lado. Hay en la agenda temas jurisdiccionales para resolver que afectan a la política y al mundo de las empresas. Además, analizan por estas horas un regreso al trabajo presencial: no en lo inmediato, sino luego de que el Poder Ejecutivo lo disponga para la administración pública nacional (se estableció un cronograma que apunta a lograrlo en septiembre), siempre que los empleados judiciales tengan las dos dosis de vacunas y no tengan comorbilidades.
Rosenkrantz, impulsado junto a Rosatti para el máximo tribunal por el expresidente Macri, está al frente de la Corte desde el 1° de octubre de 2018.
Las facultades del presidente de la Corte quedaron licuadas cuando Rosatti, Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda reformaron la reglamentación para que las decisiones administrativas se tomen al menos con las firmas de tres jueces. Sin embargo, ese puesto sigue siendo expectante por el poder que concentra dentro y fuera de los tribunales.
Ninguno de los jueces hoy tiene los votos necesarios para ser designado presidente del máximo tribunal. Desde afuera de los tribunales, la política coloca en una posición expectante a Lorenzetti. El juez presidió la Corte durante 10 años, hasta que sus colegas le quitaron le apoyo para designar a Rosenkrantz, en un memorable acuerdo el 11 de septiembre de 2018, cuestión que tensó las relaciones entre los magistrados y potenció las desconfianzas.
Ese clima sigue presente en el máximo tribunal, aunque cambiaron algunos alineamientos. Por estas horas Maqueda, que estaba cerca de Lorenzetti, aparece más próximo a Rosatti. Elena Highton de Nolasco, que estaba cerca de Lorezentti cuando presidió la Corte, ahora puede acercarse tanto a Rosatti o a Rosenkrantz. Maqueda no quiere presidir el tribunal, tampoco Highton de Nolasco. Por su parte, Rosenkrantz ve a Lorenzetti y piensa en las turbulencias que rodearon su presidencia a raíz de presentaciones judiciales, publicaciones en los medios o en redes. Difícil que se voten.
FUENTE: La Nación