El actor y dirigente radical Luis Brandoni conversó con el economista Eduardo Levy Yeyati sobre la actualidad y el pasado del radicalismo.
“El radicalismo en este momento no tiene una figura presidenciable notoria. No la tiene y eso no se puede inventar”, dijo Brandoni consultado sobre por qué es la cara de ese partido que la gente reconoce por sobre otros.
El actor además celebró la convicción democrática de la coalición de la que forma parte y consideró que es un tiempo de coaliciones: “El último presidente electo por un solo partido fue el doctor Raúl Alfonsín en el ‘83″.
-De todas las figuras que no son políticos profesionales en carrera asociadas al radicalismo, posiblemente sos la persona que más fácilmente el público en general asocia el partido radical. Para abrir, te pido que me digas un elogio y una crítica constructiva al radicalismo del presente.
-Yo en realidad debo decir que soy un radical más o menos reciente. Yo me afilié al radicalismo en el año 1982 con un propósito muy claro que era votar en la interna para elegir candidato a Presidente de la República en la elección que tuvo un solo distrito que fue todo el país donde se presentaron el doctor Fernando De la Rúa y el doctor Raúl Alfonsín. A mí me interesaba eso. No hice nunca una vida de comité. Pero estoy muy involucrado y consustanciado con eso. Yo creo que tuvo momentos muy difíciles y complicados el radicalismo, pero este es un momento que despierta expectativas.
Primero porque yo creo que el gobierno de la Alianza le brindó a la sociedad argentina la posibilidad de ver que había otra manera de vivir. Yo creo que el radicalismo en este momento no tiene una figura presidenciable notoria. No la tiene y eso no se puede inventar, eso aparece o no aparece. En un momento determinado, en los ‘80, el radicalismo tenía un líder partidario que era don Ricardo Balbín, que era indiscutible, y luego se generó, con el trabajo y con la insistencia, el caso del doctor Alfonsín. Ese fenómeno, más allá de sus aciertos y deficiencias como presidente, es un hombre que me atrevería a decir que tiene casi la estatura de un prócer, porque la gente lo respeta mucho más. Cuando fue presidente de la República ahí fue muy impiadosa la sociedad y sobre todo la oposición.
En un momento tan complicado como el que estamos viviendo, que la oposición tenga como socio al radicalismo y la convicción democrática que tienen los partidos que conforman esa coalición está ayudando mucho a sobrellevar este problema. Estar con esa formación política durante más de 130 años no es producto de la casualidad tampoco, pero no significa que no haya cometido errores, desde luego que sí y los seguirá cometiendo. Pero me parece que es un protagonista de la vida política del país sin ninguna duda y no en términos de triunfos electorales ni de años de gobierno. No nos olvidemos que recién hace muy poco tiempo, un poquito más de dos años y medio, se llegó a que un gobierno no peronista terminara su mandato después de 91 años. Es un dato que vale la pena tenerlo en cuenta. El último presidente electo por un solo partido fue el doctor Raúl Alfonsín en el ‘83.
-Estamos en una sociedad de coaliciones.
-Claro. Solos no podemos más, por muchísimas razones. La coalición en la cual está el radicalismo ha hecho algunos gestos, tiene hechos y un proyecto que me parecen saludables. Soy optimista.
-Imaginate que llegamos al 2024 y tenemos que negociar, charlar, acercar por lo menos votos en el Congreso. ¿Con quién te sentarías y con quien no te sentarías? ¿Hay un límite a esa negociación?
-Yo fui diputado nacional y para mí fue una experiencia extraordinaria. Si vuelvo para atrás en mi memoria, me acuerdo que me senté a conversar con la gente que podía conversar, no con la gente de determinado partido. Hay gente que tiene la predisposición de conversar más allá de no saber si nos vamos a poner de acuerdo o no. Pero depende también de la actitud de cada uno de los diputados o diputadas. He ganado algunos amigos, he conocido gente admirable de todos los partidos. Yo me sentaría a conversar con todos aquellos que estén dispuestos a escuchar. Esa es un poco la clave y me parece que cada vez es más importante ese privilegio que tienen algunos políticos que tienen sus aspiraciones y sus ambiciones como es lógico, pero que no han perdido la capacidad de escuchar. Eso es fundamental para su buena performance en la política y en la vida misma.
FUENTE: TN