El 7 de mayo de 2025 comenzó el cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Pontífice tras la muerte del Papa Francisco el 21 de abril del mismo año. En esta ocasión, 133 cardenales de todo el mundo se reunieron, aislados del exterior, para votar bajo estrictas normas de confidencialidad y espiritualidad, siguiendo la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis promulgada por Juan Pablo II.
El proceso de votación se desarrolló con un máximo de cuatro escrutinios diarios, requiriendo una mayoría calificada de dos tercios, es decir, 89 votos, para elegir al nuevo Papa. Tras varias rondas, la fumata blanca apareció a las 18:07 del 8 de mayo, anunciando al mundo la elección del 267º Sucesor de Pedro.
Entre los candidatos más mencionados estuvo Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano y cercano a la línea del Papa Francisco, quien contaba con un bloque importante de votos. Sin embargo, el nombre del nuevo Pontífice se mantuvo en reserva hasta el anuncio oficial desde la Logia de las Bendiciones en la Basílica Vaticana.
Finalmente, el cardenal Robert Francis Prevost fue elegido como el nuevo Papa León XIV, sucediendo a Francisco y asumiendo el liderazgo de la Iglesia Católica, que cuenta con más de 1.200 millones de fieles en todo el mundo. La elección fue recibida con entusiasmo y alegría en la Plaza de San Pedro, donde miles de personas celebraron la fumata blanca y el sonido de las campanas.
Este cónclave marcó un momento histórico para la Iglesia, no solo por la rapidez en alcanzar el consenso, sino también por la continuidad en la tradición y la renovación en los métodos para asegurar transparencia en el proceso, reafirmando el compromiso de la Iglesia con sus fieles y el mundo.