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Trump fue acusado de «incitar una insurrección» y enfrentará su segundo juicio político

Una semana antes de dejar el poder, Donald Trump volvió a hacer historia: se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en ser llevado dos veces a un juicio político. La Cámara de Representantes de Estados Unidos abrió un segundo impeachment al presidente, Donald Trump , al acusarlo formalmente de «incitar una insurrección» por alentar el ataque contra el Capitolio llevado a cabo por sus simpatizantes el pasado 6 de enero, el peor asalto a la democracia del país, que dejó cinco muertos.

Trump se enfrentará así otra vez en el Senado a un juicio por haber cometido «altos crímenes» durante su mandato, y haber violado su juramento de preservar, proteger y defender la constitución del país. Trump había sido absuelto en el Senado en su primer juicio político, a principios de 2020, por el escándalo Ucraniagate. El nuevo impeachment busca destituirlo cuando faltan apenas siete días para que termine su mandato y jure el presidente electo, Joe Biden. Pero, sobre todo, también apunta a desterrarlo para siempre de la política, ya que el Senado puede descalificarlo para ejercer un cargo público en el futuro.

A diferencia del primer juicio político, el nuevo impeachment recibió respaldo de congresistas republicanos -diez-, un giro notable que dejó al descubierto como nunca la fractura interna que provocó Trump en el Partido Republicano. Nunca antes un juicio político recibió tanto apoyo de legisladores del partido gobernante. Los otros mandatarios que fueron sometidos a un impeachment fueron Andrew Johnson y Bill Clinton. Richard Nixon renunció antes de que se iniciara el proceso.

La votación final fue 232 votos a favor de acusar a Trump, y 197 votos en contra.

La histórica votación ocurrió en un Congreso vallado, poblado por cientos de soldados de la Guardia Nacional que pasaron la noche en los pasillos y las salas del Capitolio, bajo un operativo de seguridad jamás visto luego del brutal asalto ocurrido exactamente siete días atrás que conmocionó al mundo, y sacudió el tablero político del país.

Desde ese día, Trump -quien alentó a sus seguidores a «pelear como el demonio» antes del ataque al parlamento, y nunca dejó de desparramar acusaciones falsas de fraude masivo en la elección del 3 de noviembre que perdió ante Biden- fue suspendido por Facebook, Twitter y Google, rompió su relación con el vicepresidente, Mike Pence, perdió miembros de su gabinete y respaldo entre los republicanos y la gente, y fue llevado por segunda vez a un juicio en el Senado. Sus negocios también sufrieron un golpe.

El nuevo juicio político tiñó el final de una presidencia caótica, rupturista, divisiva y tumultuosa como ninguna otra en la historia de Estados Unidos que deja un país quebrado y jaqueado por la pandemia del coronavirus, que ya ha comenzado a provocar más de 4000 muertes por día en medio de una segunda ola de contagios devastadora que aún busca su pico.

«El presidente de los Estados Unidos incitó esta insurrección, esta rebelión armada, contra nuestro país común. Debe irse. Es un peligro claro y presente para la nación que todos amamos», dijo la presidenta de la Cámara de Representantes y líder de los demócratas, Nancy Pelosi. «Eran terroristas domésticos y la justicia debe prevalecer. Pero no aparecieron del vacío. Fueron enviados aquí, enviados aquí por el presidente, con palabras como un grito de ‘luchar como el infierno’. Las palabras importan. La verdad importa. La responsabilidad importa», insistió.

Los demócratas querían un juicio «exprés» en el Senado antes de la jura de Biden, el próximo 20 de enero. Pero el líder republicano de la Cámara alta, Mitch McConnell, quien filtró a los medios su guiño a la acusación en un quiebre en su respaldo a Trump, se negó a abrir el proceso antes del cambio de gobierno, abriendo un escenario inédito: Trump enfrentará su juicio cuando ya haya dejado la presidencia.

El debate acalorado debate previo a la votación ofreció durísimos cruces entre demócratas y republicanos en una nueva señal del ambiente tenso y convulsionado que domina el cambio de gobierno en Estados Unidos. Y dejó al descubierto la pérdida de apoyo que ha sufrido Trump en el Congreso desde su derrota en la elección presidencial y su incesante campaña para deslegitimar el triunfo de Biden con denuncias infundadas de fraude, que culminó con el ataque al Capitolio. Con todo, muchos defendieron a Trump, y acusaron a los demócratas de fomentar la violencia.

La voz republicana más mordaz contra Trump fue la de Liz Cheney, hija del exvicepresidente, Dick Cheney. «El presidente de los Estados Unidos convocó a esta turba, reunió a la turba y encendió la llama de este ataque. Todo lo que siguió fue obra suya. Nada de esto hubiera sucedido sin el presidente. El presidente podría haber intervenido inmediata y enérgicamente para detener la violencia. No lo hizo. Nunca ha habido una traición más grande por parte de un presidente de los Estados Unidos a su cargo y su juramento a la constitución», dijo en un comunicado antes de la votación.

 

Fuente: lanacion.com.ar

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