Cuando se cumplan 40 años de la recuperación democrática, por primera vez desde entonces un radical gobernará Santa Fe: Maximiliano Pullaro aplastó al peronismo, sacándole una ventaja de casi 30 puntos, venciendo a Marcelo Lewandowski y humillando a Omar Perotti, el gobernador saliente y cabeza de la lista de diputados provinciales.
En números, la paliza se nota más: 1.022.059 para Pullaro; 539.959 para Lewandowski.
“Voy a dejar la vida estos cuatro años”, dijo Pullaro en su primer discurso como gobernador electo. No es una metáfora: la imposibilidad de reelección que tienen los gobernadores santafesinos es una picadora de carne que, para neutralizarla, requiere gestión y política de sucesión.
El radicalismo llega al poder con la marca Unidos para Cambiar, alianza que contiene a los socios nacionales de Juntos por el Cambio, pero también al Partido Socialista, un sello histórico en una provincia de raigambre progresista.
La Unión Cívica Radical, socia activa de tres gobiernos encabezados por el socialismo, administrará la provincia litoraleña atravesada por una crisis de seguridad que llevó a su ciudad emblema, Rosario, a ser un río de sangre que la convirtió en la más violeta del país.
Quizá en esto último resida la explicación de por qué el candidato de Unidos para Cambiar a la intendencia rosarina, el actual jefe comunal Pablo Javkin, haya tenido que pelear voto a voto ante el kirchnerista Juan Monteverde, aliado de Juan Grabois.
A Javkin, Pullaro le prometió no dejarlo solo ante el flagelo del narco.
Como efecto colateral, la victoria de Pullaro le dio oxígeno a Patricia Bullrich para encarar el tramo final de la campaña presidencial. O al menos, Patricia fue a Rosario a buscar esa bocanada que no encuentra en la campaña, que la tiene dando barquinazos desde el 13 de agosto, cuando Javier Milei puso patas para arriba a la política nacional.
Además del baño de papelitos, Bullrich pudo mostrar una foto de unidad con Horacio Rodríguez Larreta, padrino de Pullaro, quien apareció al final de los festejos.
Para tener chances en octubre, Bullrich necesita retener la mayor cantidad de los votos que logró Rodríguez Larreta en la interna.
Otro radicalismo
Pullaro emerge, además, como uno de los pocos sobrevivientes del radicalismo tras las derrotas de Gerardo Morales, Martín Lousteau y Rodrigo de Loredo. Resta saber la suerte de Alfredo Cornejo en Mendoza, y de Luis Petri, el candidato a vicepresidente de Bullrich.
De Loredo estuvo en Rosario en la trastienda de las celebraciones y Pedro Dellarossa llegó para sumarse a los festejos. Es una ciudad que visita de manera frecuente porque su hija estudia aquí.
Las banderas albirrojas flameando triunfalistas frente al escenario son (deben ser) una postal dura para los radicales cordobeses que ven el poder provincial desde la vereda. Lo perdieron en 1998, y desde entonces fueron incapaces de recuperarlo.
En los festejos desatados en Puerto Nuevo, la batucada albirroja toca y la hinchada canta todos los hits del radicalismo, desde el “adelante radicales” hasta el “soy así, en las buenas y en las malas, voy con Alfonsín”. De hecho, se escuchó el “Al-fon-sín, Al-fon-sín…” cuando Pullaro, a las 21.50, subió a escenario para darse su primer baño de pueblo como gobernador electo.
El santafesino es otro radicalismo, incomparable con el cordobés: siempre ávido de poder y de armar sociedades progresistas. De hecho, en Rosario, Raúl Alfonsín y Hermes Binner fueron los artífices del Frente Progresista, una alianza que le dio tres gobiernos provinciales: el del propio Binner, el de Antonio Bonfatti y el Miguel Lifschitz, a quien Pullaro considera uno de sus padres políticos.
Aunque Bullrich vende este triunfo como propio de Juntos por el Cambio, vale recordar que el socialismo, central en esta victoria de la oposición en Santa Fe, no juega con ella en la elección nacional: en octubre apoyará a Juan Schiaretti, y debe traccionar para él si quiere ganar bancas en la Cámara de Diputados.
La lista de diputados nacionales de Hacemos por Nuestro País es encabezada por Esteban Paulón, activista del colectivo LGTB y exfuncionario de Lifschitz, como Pullaro.
Para ponderar la importancia del socialismo en este proceso: Pullaro le agradeció, en el siguiente orden, a las militancias del radicalismo, del socialismo y del PRO.
Para explicitar que el socialismo no es parte de Juntos por el Cambio, Clara García -cabeza de la lista de diputados provinciales y la viuda de Lifschitz- se retiró del salón de los festejos cuando Bullrich subía al escenario.
El festejo con Bullrich
Al filo de las 22, la candidata a presidenta de Juntos por el Cambio copó el centro del escenario: frente a ella, banderas rojas y blancas y niñas y niños con boinas blancas calzadas.
“Esta elección entierra al kirchnerismo en Santa Fe”, dijo Bullrich y desató la euforia. “Para derrotar al kirchnerismo, tenemos que hacer una gesta”, dijo. La palabra es exacta ante el escenario pos-Paso; una gesta es un hecho que destaca por su heroicidad.
“El kirchnerismo ha significado la destrucción de la producción, de la educación, de la seguridad de la gente. Santa Fe da un nuevo impulso para esa ola que destruya al kirchnerismo, para que no vuelva más una ideología que ha generado un mal terrible en nuestro país”, cerró Bullrich. Ese parece que será su eje discursivo hasta octubre.
Javkin en Rosario
El efecto arrastre de Maximiliano Pullaro le permitió a Pablo Javkin retener la municipalidad de Rosario. Lo hizo en forma ajustada, al vencer por 3,5 puntos al kirchnerista Juan Monteverde.
Por eso, Javkin, quien hizo las inferiores en el radicalismo y comparte ese ADN con el gobernador electo, se animó a decir que “vienen tiempos mejores para Rosario”, tras comandar la principal ciudad santafesina con dos gobiernos adversos: el de Alberto Fernández y el de Omar Perotti, el gran perdedor del domingo.
Tras la elección, el domingo Javkin reconfiguró su propio GPS y se paró en el escenario principal para “ratificar que lo que viene es un camino común con Pullaro, que ha hecho una elección histórica”.
Es que sin reelección (salvo una reforma constitucional), la sucesión de Pullaro comienza el mismo día de su asunción. El socialismo, alma mater de Unidos para Cambiar, tuvo la tradición de alternar intendencias rosarinas con gobernaciones.
Además, Unidos para Cambiar retuvo la intendencia de la ciudad capital, Santa Fe, con un aplastante triunfo (por 46 puntos) de Juan Pablo Poletti, exdirector del Hospital Cullen, quien cobró relevancia durante la pandemia y se posicionó como un outsider, pero desde una estructura tradicional.
La ola Pullaro no sólo tapó al peronismo, sino también a los libertarios, y a su máxima figura, Amelia Granata, quien quedó tercera en el tramo de diputados, que encabezó.
FUENTE: La Voz