Argentina ganó por 1-0 a Paraguay este lunes en la tercera jornada del Grupo A y con 7 puntos de 9 posibles avanzó a cuartos de final y asumió el liderato en solitario luego del empate que Chile cedió con Uruguay, que lo dejó segundo con 5 enteros.
Con otro Messi récord. Con los históricos pero también con los nuevos. Con actitud y ratos de buenas sociedades. Con resistencia y compromiso. Con cambios y más cambios. Con templanza en el desorden (defensivo). Con zozobra y sufrimiento (más escénico que real). Con cansancio y desgaste. Con un golazo de Papu. Sí, con lo bueno y lo malo, Argentina volvió a ganar (de nuevo 1-0), se sacó de encima a otro peso pesado como Paraguay, se clasificó a cuartos en la Copa América una fecha antes y va por más.
Hay, en este escenario, una primera actitud saludable, una tendencia que los cambios de Scaloni no cambian. El equipo, juegue quien juegue, ataque quien ataque, arranca a 220. Y se lleva por delante a su rival, amenaza con aplastarlo, de mínima le sacude las estructuras. Con Paraguay se repitió la historia que antes se dio con Chile, con Uruguay y hasta con Colombia en las Eliminatorias. Es un inicio que ilusiona, que llena, pero que luego, deja sabor a poco, invita a la crítica…
Si el corte caprichoso fuera esa primera media hora (o un poco menos) en la que el equipo ejerce un dominio territorial y espiritual sobre su rival, la Selección se hubiera llevado puntaje completo en la doble fecha rumbo a Qatar 2022 y mismo en esta Copa América. Porque a todos los sacudió de entrada. A unos antes que a otros, pero siempre en ese lapso convirtió primero en estos cinco partidos que jugó en 18 días.
Esta vez lo hizo con un Di María muy activo y cerebral para habilitar a Gómez en el 1-0. Justo en la jugada que cambió el partido, Argentina mostró su mejor acción: buena conducción de Messi, gran asistencia de Fideo y astucia en la diagonal combinada con una enorme definición de Papu. Todo, para potenciar un acierto sortija del DT: sus variantes más inesperadas en los últimos dos partidos terminaron marcando goles. Guido Rodríguez ante Uruguay, el hombre del Sevilla ante Paraguay.
La otra cara
Sin embargo, hay una segunda actitud cuestionable, una tendencia general, que se mantiene indisoluble: juegue quien juegue, después de la primera media hora, la Selección se plancha, retrocede sobre sus propios pasos, cede pelota y terreno, deja crecer a su rival y amenaza con complicarse la vida.
No parece ser una estrategia, por más que haya algo de cierta ventaja en esa postura: cada recuperación, con Messi y Di María a campo abierto, bien podría convertirse en opción de gol. Sin embargo, termina poniendo en riesgo lo conseguido y hace que el resultado quede más chico, más corto, más ajustado todavía, algo que esta vez el gol en contra de Junior Alonso, anulado por supuesto offside de Messi, tampoco pudo evitar.
El segundo tiempo, encima, no modificó la película. Argentina volvió en modo pausa, a la espera de lo que hiciera su rival. A la expectativa de una contra que nunca llegó, porque Messi lució efectivamente cansado y porque el equipo no tuvo aire para ir por más. Y así, terminó haciendo equilibrio sobre ese límite finito y peligroso, expuesto a que cualquier error lo deje sin lo puesto. Esa falta de garantías es la que la Selección deberá mejorar, porque en el mata-mata es un recurso bravo: a partir de cuartos, no hay revancha.
Los cambios
De los nuevos cambios, Agüero demostró por qué le cuesta meterse entre los 11, Di María confirmó que todavía es variante de peso, Paredes no terminó de ajustarse con Rodríguez, Tagliafico penó con sus vaivenes, Pezzella aguantó entre sus dudas y Papu aportó el gol (no es menor) y poco más. A su vez, hubo confirmaciones, como las de Cuti Romero (más allá de algunas dudas) y Nahuel Molina, quien se bancó bien a un siempre complicado Almirón.
Si se toma como referencia el partido con Uruguay, Argentina retrocedió un casillero. Sin embargo, con tantos cambios, ¿Cuál es su medida? ¿Dónde está el termómetro que pueda medir su real rendimiento? Está en los resultados. Y ahí, con siete puntos sobre nueve, seis de seis (sin goles en contra) ante dos rivales pesados y la clasificación a cuartos antes de tiempo, hay poco para discutir y mucho para construir.
FUENTE: Ole/Depor