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Nueva etapa en EE.UU. Joe Biden asumió como presidente: «La democracia ha prevalecido»

Estados Unidos dio vuelta la página a la tumultuosa presidencia de Donald Trump y abrió una nueva era con la asunción de Joseph Robinette Biden Jr., el 46º mandatario en la historia del país, quien deberá hacer frente a los mayores desafíos del último siglo y liderar un país agotado y fracturado luego de cuatro años de trumpismo, y la devastación que sembró la pandemia del coronavirus.

Biden, de 78 años, tomó las riendas de la nación luego de prestar juramento en la explanada del Capitolio en una ceremonia solemne, pero sobria, despojada de la pompa y el clima de celebración y exaltación que suelen acompañar a las asunciones presidenciales en Estados Unidos, y a la que solo faltó Trump. La pandemia, que ya ha dejado más de 400.000 muertes, había forzado a un acto más austero y acotado de lo habitual, pero el ataque al Congreso a principios de este mes terminó de empañar el cambio de gobierno, que se realizó bajo un inédito operativo de seguridad.

Trump se fue de Washington y viajó a su resort Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, antes de la jura de Biden, y quebró con la tradición histórica del traspaso pacífico del poder.

En ese ambiente atípico y lúgubre, Biden abrió su presidencia con un mensaje que apeló al optimismo y la fraternidad, y dejó un amplio llamado a la unidad a un país que en los últimos años profundizó sus divisiones, consumido por la grieta. Con su discurso, Biden buscó poner de pie a una nación de rodillas, que acaba de recorrer uno de los peores años de su historia, y encolumnarla detrás de la hercúlea tarea de reconstrucción entre manos. Apenas comenzó su discurso inaugural, Biden dejó en claro que su triunfo era un triunfo de la democracia.

«Hemos aprendido, de nuevo, que la democracia es preciosa. La democracia es frágil. Y a esta hora, mis amigos, la democracia ha prevalecido», dijo Biden, al hablar desde la terraza del Capitolio, donde se realizó la jura.

Pocas personas en la historia del país, dijo, se habían topado con desafíos más difíciles: la pandemia del coronavirus, una economía anémica signada por la pérdida de empleos y el cierre de negocios, la lucha contra el racismo, y, tal como dejó en evidencia el asalto al Capitolio -el peor ataque a la democracia, condenado por todo el arco político-, la amenaza latente del extremismo y el supremacismo blanco. Biden, que asumió la presidencia dos semanas después de la toma del Congreso, prometió enfrentar todos estos problemas. Y para hacerlo, pidió unidad.

«Para superar estos desafíos, para restaurar el alma y asegurar el futuro de Estados Unidos, se requiere mucho más que palabras y requiere lo más esquivo de todas las cosas en una democracia: la unidad. La unidad», arengó.

«Sin unidad, no hay paz. Solo amargura y furia», insistió.

El discurso ofreció un tono antagónico al discurso inaugural de Trump, hace cuatro años, cuando cargó contra el establishment político de Washington y dijo: «La carnicería de Estados Unidos se terminó». Biden volvió a agradecer el respaldo de sus votantes, pero insistió, como lo ha hecho en otras ocasiones, que gobernará «para todos los estadounidenses». Pidió dejar de lado la violencia y los enfrentamientos en la política, y rogó a la gente que vuelva a escucharse, y a mirarse. Le propuso a Estados Unidos un nuevo inicio.

«Empecemos de nuevo. Todos nosotros», pidió. «Empecemos a escucharnos de nuevo. Escuchémonos unos a otros. Veámonos. Mostremos respeto unos a otros. La política no tiene por qué ser un fuego furioso que destruye todo a su paso. Todo desacuerdo no tiene por qué ser motivo de guerra total.»

El cambio de época en Estados Unidos sembró sentimientos antagónicos en la primera potencia global y el mundo. Más de medio país respiró aliviado el fin de un gobierno que sufrieron durante cuatro años, caótico, rupturista y traumático, al que vieron como uno de los capítulos más oscuros de la democracia más longeva del mundo. Para ellos, la llegada de Biden es el final de una pesadilla, y la oportunidad de un nuevo comienzo.

Pero los partidarios de Trump vieron su salida del poder con tristeza, desazón, y también con furia. Para ellos, Trump fue el mejor presidente de la historia, y muchos tomaron como verdaderas sus denuncias infundadas y falsas de fraude masivo. Están convencidos de que Biden y los demócratas se robaron la elección, un escenario tóxico que plantea un fuerte desafío a la gobernabilidad futura de Biden.

Pero los partidarios de Trump vieron su salida del poder con tristeza, desazón, y también con furia. Para ellos, Trump fue el mejor presidente de la historia, y muchos tomaron como verdaderas sus denuncias infundadas y falsas de fraude masivo. Están convencidos de que Biden y los demócratas se robaron la elección, un escenario tóxico que plantea un fuerte desafío a la gobernabilidad futura de Biden.

La jura de Biden, que tuvo apenas unos 1000 invitados, ocurrió en una capital militarizada como nunca para un cambio de gobierno. Alrededor de 25.000 soldados de la Guardia Nacional custodiaron la transferencia del poder, que se realizó sin público. El Mall de Washington quedó cubierto de banderas, y el Capitolio, la Corte Suprema, la Casa Blanca y el resto de los edificios del gobierno federal quedaron encerrados por un laberinto de vallas y barreras de concreto que trastocaron el clima de celebración que distingue a las asunciones en Estados Unidos. Los Bush, los Clinton y los Obama participaron de la ceremonia, al igual que el vicepresidente saliente, Mike Pence, y su mujer, Karen Pence.

La ceremonia dejó un momento histórico. Kamala Harris se convirtió en la primera mujer -y la primera mujer de color- en asumir la vicepresidencia del país. El juramento se lo tomó Sonia Sotomayor, la primera jueza latina de la Corte Suprema de Justicia. Harris cumplirá un papel determinante en la presidencia de Biden: tendrá el voto decisivo en el Senado, que quedó dividido en 50 bancas para los republicanos, y 50 para los demócratas.

Cuando Biden juró, Trump y su mujer, Melania Trump, ya estaban en Mar-a-Lago, en Florida. Ambos dejaron la Casa Blanca a primera hora. Solo su familia y unos 300 de simpatizantes se acercaron a la base militar Andrews, en Maryland, para despedirlo. Ni Pence ni ninguno de sus principales funcionarios se acercó para un saludo final, y tampoco nadie del Congreso.

«Volveremos en alguna forma», dijo Trump, en un discurso improvisado antes de subir por última vez al avión presidencial. «Tengan una buena vida. Los veremos pronto. Gracias», cerró, antes de abandonar el escenario acompañado por la misma canción que cerraba sus actos en la campaña presidencia: «YMCA», de Village People. Biden no lo mencionó en su discurso, y nadie pareció extrañar su presencia en la ceremonia.

Las primeras medidas

Por la tarde, apenas pisó el Salón Oval de la Casa Blanca, Biden comenzó a borrar con su firma el paso de Trump por Washington, y a atacar de lleno las múltiples crisis que enfrenta el país. El nuevo mandatario arrancó con la firma de 15 acciones presidenciales, incluidos decretos, memorandos y directivas, que desterraron algunas de las decisiones más icónicas de Trump, como la construcción del muro en la frontera con México, la decisión de abandonar el Acuerdo Climático de París o dejar la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las restricciones de viajes para ciudadanos de países musulmanes y africanos. Biden también comenzó a atacar la pandemia, el racismo, la pobreza, y a imprimir un giro de 180º en la política migratoria.

La batería de acciones que firmará el nuevo presidente denota la premura del gobierno entrante por comenzar a dejar su marca y a doblegar las crisis que azotan a la primera potencia global. Una de sus primeras medidas de gobierno fue requerir el uso de barbijo en edificios y terrenos federales. Pero las acciones de Biden también ofrecieron una señal nítida sobre su determinación para dejar en claro desde el primer minuto el rechazo a las decisiones más representativas del trumpismo. Con apenas unas firmas, Biden comenzó a acotar la huella que Trump dejó en el país, y a reemplazarla por su propia impronta.

«No hay tiempo que perder, debemos actuar inmediatamente», justificó Biden, al estampar las primeras firmas en el escritorio del Salón Oval, que fue redecorado por completo durante la jura. El mandatario confirmó que Trump le dejó una nota, siguiendo una tradición de los presidentes en Estados Unidos, que Trump, al final, sí respetó. Biden prefirió evitar revelar el contenido. «Fue una carta muy generosa», afirmó.

 

Fuente: lanacion.com.ar

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