El viaje del canciller argentino, Santiago Cafiero, a Bruselas fue con un objetivo claro: retomar el diálogo con las máximas autoridades de la Unión Europea con el objetivo de concretar, finalmente, el acuerdo comercial con el Mercosur, que lleva casi dos décadas de negociaciones.
La posibilidad de suscribir un tratado de libre comercio entre ambos bloques se viene discutiendo desde hace tiempo. Fue uno de los temas que se abordaron en la reciente bilateral que sostuvieron Alberto Fernández y Charles Michel, titular del Consejo Europeo. Michel participó de la Cumbre de Presidentes de la CELAC que se hizo el martes 24 de enero en Buenos Aires. También consiguió un fuerte impulso de parte de Lula da Silva como nuevo presidente de Brasil.
Cafiero se reunió este miércoles con el Vicepresidente y Alto Representante para la Política Exterior y de Defensa, Josep Borrell, junto al Vicepresidente Ejecutivo y Comisario de Comercio de la Unión Europea, Valdis Dombrovskis, seguida por una reunión de trabajo con la Comisaria Europea de Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen. El martes se había reunido con la Comisaria de Energía, Kadri Simson y este jueves lo recibió el Vicepresidente Ejecutivo y Encargado del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans.
Acompañado por la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco, Cafiero analizó junto a los funcionarios europeos el estado de la negociación del Acuerdo de Asociación entre el Mercosur y la Unión Europea y las cuestiones pendientes.
Cafiero y Todesca Bocco reiteraron a sus pares de la UE el compromiso argentino para continuar trabajando de manera conjunta, pero pusieron de relieve que los principales obstáculos para el avance de las negociaciones los planteó la Unión Europea, en particular, a través de mayores exigencias en materia ambiental (Pacto Verde) que amenazan con afectar gravemente las exportaciones de los países del MERCOSUR. El canciller argentino resaltó que “queremos un acuerdo revisado con la Unión Europea, adaptado a un mundo y cadenas de valor en transformación”.
Según fuentes del Palacio San Martín, los europeos “se mostraron receptivos sobre ver los cambios necesarios en el acuerdo que se firmó” y agregaron: “Entendemos que hay ciertos puntos que deben ser rediscutidos, en referencia a aspectos vinculados al plano político, la cooperación, las compras gubernamentales, la energía, los minerales estratégicos y el capítulo comercial”.
Uno de los principales puntos es sobre el biodiésel logrado a través de la soja, que representa el 20% de las exportaciones argentinas (unos 1800 millones de dólares en 2022) hacia la UE pero que el bloque comunitario decidió modificar respecto al acuerdo de 2019 en virtud del Pacto Verde Europeo para reducir las emisiones de CO2.
Esas nuevas exigencias dejarían fuera del mercado a la soja argentina pero no a la colza, que casualmente se produce en Europa, una discriminación que no cuenta con base científica. La colza es una planta crucífera doméstica que se cultiva en suelo europeo como una alternativa a la soja.
En el gobierno argentino pretenden incrementar los contactos porque en este semestre ejerce la presidencia pro témpore del Mercosur. En la estrategia que se plantearon creen que en este momento “existen oportunidades concretas para la Argentina, para el mercado común y para la región”, en áreas como alimentos, energía y minerales estratégicos indispensables para avanzar en las agendas de electromovilidad, como el litio.
Quieren aprovechar que tras la pandemia y por los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania cambiaron las condiciones del comercio a nivel internacional y que es una oportunidad para “reactivar y acelerar” el diálogo entre las partes.
Cafiero acordó en sus reuniones con Borrell, y con el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, que se formen grupos de trabajo para abordar las cuestiones pendientes. “El bloque que modificó ese acuerdo fueron las medidas que tomó la UE, no a la inversa. Lo que el Mercosur está diciendo es: ‘Esto sucedió, vamos a resolverlo’”, dijo el canciller durante ese encuentro.
Los cuatro países que integran el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) tienen la voluntad política en forma coordinada de avanzar en las negociaciones. Además, desde que Luiz Inácio Lula da Silva asumió en lugar de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, el interés de la Unión Europea se acrecentó. “Hay un consenso en estos momentos en toda Europa para retomar esa relación, que es una relación natural”, expresó la semana pasada el ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel Albares.
En la misma sintonía, Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea afirmó este miércoles en Bruselas que “necesitamos reiniciar la conversación en lo que se refiere al acuerdo con el Mercosur, porque sabemos que necesitamos el comercio internacional: establece cadenas de suministros, crea puestos de trabajo y ayuda a nuestra industria a desarrollar nuevos productos”. Habló durante una rueda de prensa en la que presentó un plan destinado a aumentar la producción de tecnologías y energías limpias.
Aunque en junio de 2019 se había anunciado que el convenio con la UE estaba concluido luego se sumaron nuevas exigencias desde el Viejo Continente, en particular, las medidas en materia ambiental contenidas en lo que se conoce bajo el nombre de Pacto Verde, con efectos negativos en las principales exportaciones del Mercosur, especialmente de productos como soja, carne vacuna, madera y biodiésel.
Una de esas exigencias tenía como eje frenar la deforestación de la Amazonia. Con Bolsonaro, ese problema se acentuó y se congelaron las posibilidades de un acuerdo, sobre todo por la posición firme sobre este tema del presidente francés Emmanuel Macron. Con la asunción de Lula en Brasil, quien ya mostró desde la campaña electoral que quiere combatir el cambio climático, hubo un primer acercamiento.
El ministro español Albares destacó especialmente el retorno de Lula al poder como una de las claves para relanzar el vínculo entre los bloques. Jozef Síkela, el ministro de Industria y Comercio de República Checa, país que ejerce la presidencia de Unión Europea junto a Francia y Suecia, había asegurado en noviembre de 2022 que “el cambio que seguramente ocurrirá tras las elecciones en Brasil puede ayudar a avanzar en las negociaciones con el Mercosur”.
Algunos integrantes de Unión Europea como Francia, Polonia o Austria expresaron sus reservas en ratificar el acuerdo de libre comercio con el Mercosur sobre el que se habían dado los primeros pasos en 2019, sobre todo por la resistencia ante la política medioambiental que adoptara Bolsonaro. La deforestación de la Amazonia y el incumplimiento de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático influyeron significativamente para que los participantes del Parlamente europeo frenaran las negociaciones.
España será uno de los integrantes del triunvirato de países que ejercerán la presidencia pro témpore de la Unión Europea durante el segundo semestre y está empeñada en impulsar el entendimiento con el Mercosur.
Fuente: infobae.com